Manifiesto desde los Andes

No necesito un mapa para saber quién soy. Mi historia no se dibuja en fronteras, sino en mis venas. Soy hijo del maíz y del sol, del barro y del canto. Mi linaje viene del silencio de los abuelos que cuidaron la tierra antes de que existieran los países, y también del ruido de los barcos que cruzaron el mar creyendo traer la civilización. Soy mestizo, y en esa palabra cabe todo el continente. Nos enseñaron a dividirnos. A creer que lo local era atraso, que lo extranjero era progreso y que lo mestizo era confusión. Nos hicieron creer que había jerarquías en la piel, en la voz, en la forma de mirar. Y así, nos arrancaron de raíz para vendernos un espejo roto: un ideal ajeno que no refleja quiénes somos, sino quiénes deberíamos aparentar ser. Nos hicieron creer que la mezcla era una mancha, cuando en realidad es nuestra corona. Pero en cada grieta de ese espejo sigue palpitando la verdad. América no nació del dominio, sino de la mezcla. De l...