La importancia de la inteligencia emocional
Existe un factor determinante
para el éxito que pasa desapercibido para la mayoría. Los profesionales y la
población común se enfocan en adquirir conocimiento, experiencia y educación.
Sin embargo, pocas veces se detienen a entender sus emociones, las emociones de
los demás y cómo estas influyen de manera fundamental en su día a día y en el
de todos a su alrededor. El resultado: caos, confusión, resentimiento y la
falsa creencia de que para conseguir sus objetivos es necesario atropellar al
resto (peor aún, miran al éxito como algo limitado). Por otro lado, existen
individuos comprometidos con su autoconocimiento y que disfrutan de relaciones
sanas, al mismo tiempo que cultivan su éxito y como subproducto, incluso aportan
algo de balance a sus comunidades. ¿Cómo lo hacen?
En los últimos años, se ha vuelto
común escuchar acerca de la inteligencia emocional, aunque muy pocos se han
interesado en estudiarla y aplicar sus bondades. Es así que, la inteligencia
emocional es confundida con carisma o con ser sociable y no se la ve como una
habilidad que puede mejorar significativamente la calidad de vida. De alguna
manera, resulta sencillo entender por qué la resistencia hacia la comprensión
de las emociones: las emociones sin procesar pueden resultar dolorosas. Pero
también, pueden ayudar a enriquecer la experiencia humana. De hecho, el manejo
adecuado de las emociones es crítico para entender el mundo alrededor, ya que
el cerebro está configurado para experimentar su entorno a través de las
emociones. Es decir que para poder analizar cualquier circunstancia cotidiana
de una manera racional, primero se debe pasar por un gran filtro: las
emociones. La inteligencia emocional requiere de una comunicación efectiva
entre el centro racional y el centro emocional del cerebro.
Las esferas de la inteligencia
emocional son la aptitud personal y la destreza social y se dividen en dos
categorías cada una. La aptitud personal está compuesta por la conciencia individual
y la capacidad de manejarse a uno mismo. Esta primera esfera comprende la
destreza de ser consciente de las emociones propias y controlar el
comportamiento y las tendencias. La conciencia individual es la habilidad de
percibir con precisión una emoción en el momento que surge y entender las
propias tendencias en una situación determinada; y la capacidad de manejarse a uno
mismo es la habilidad para usar la conciencia de las emociones propias para
mantenerse flexible y dirigir el comportamiento de una manera positiva. Por
otro lado, la destreza social se compone de conciencia social y la habilidad
para manejar las relaciones interpersonales. Esta segunda esfera envuelve la capacidad
de entender los motivos, el comportamiento y el estado de ánimo de los demás
para mejorar la calidad de las interacciones personales. La conciencia social
es la habilidad de distinguir las emociones de otras personas y entender sus
motivos; y la habilidad para manejar las relaciones interpersonales es la
capacidad para usar la conciencia de las emociones propias y las de los demás
para mantener interacciones positivas. A continuación, una descripción de cada
uno de los componentes de la inteligencia emocional.
El método más eficaz para
entender las emociones de una manera genuina es analizar su origen y cuál es su
propósito. Esta es la base de la conciencia individual. Las emociones cumplen
una función vital porque son una respuesta al entorno de un ser humano. Cuando
estas emergen, las personas que son capaces de entender sus reacciones pueden mantener
el control de sí mismas y cortar sentimientos negativos o evitar actuar de una
manera que puede causar remordimiento en el futuro. De igual manera, los
individuos capaces de entender sus emociones son mejores para juzgar lo que
hacen bien, lo que les motiva y satisface, y cuáles son las situaciones y
personas que es preferible sortear. Por lo que, una persona con estas
características tiene una mayor probabilidad de perseguir las oportunidades
adecuadas, usar sus fortalezas en su beneficio, y principalmente, utilizar sus
emociones para impulsar su crecimiento. La inteligencia emocional revela que
los seres humanos pueden aprender constantemente acerca de sí mismos, y no solo
reflexionar cuando se presenta una crisis, dado que es una visión completa del
entorno la que permite alcanzar un pleno potencial.
La capacidad de manejarse a uno
mismo implica controlar de una manera adecuada las reacciones emocionales ante situaciones
y personas. En ciertos casos, esto significa tolerar la incertidumbre mientras
se exploran las emociones propias y las soluciones a una situación determinada.
Cabe mencionar que esta capacidad va más allá de resistir acciones impulsivas, considerando
que uno de los retos más grandes que enfrentan las personas es manejar sus
tendencias a lo largo del tiempo. En este sentido, los resultados reales vienen
de poner en la lista de espera las necesidades momentáneas para perseguir las metas
más importantes. Después de todo, el éxito llega a quienes son capaces de suspender
la gratificación inmediata y manejar constantemente sus tendencias,
mientras afrontan los escenarios que se
presentan sin resquebrajarse. Cuando una persona entiende sus emociones y puede
escoger la manera que responde antes estas, tiene el poder de controlar
situaciones difíciles, reaccionar ágilmente al cambio y tomar la iniciativa
cuando necesita alcanzar metas. En definitiva, la capacidad de responder
efectivamente a las emociones permite reaccionar de manera positiva y
productiva en el día a día.
La conciencia social ayuda a
percibir lo que los demás piensan y sienten en un determinado contexto, sin la
necesidad de sentirse del mismo modo. Resulta sencillo ser absorbido por las
emociones propias y olvidarse de considerar la perspectiva de los demás. En este
aspecto, la conciencia social permite mantenerse enfocado y absorber la
información clave. De modo que, escuchar y observar se vuelven cruciales para
lograr ser objetivos y evitar que los pensamientos y sentimientos propios
alteren la percepción, e impidan entender las emociones de los demás. En otras
palabras, la conciencia social se trata de aprender sobre los demás y
apreciarlos. Como resultado, las interacciones se enriquecen mientras el
individuo obtiene una percepción más precisa de su entorno. El lenguaje
corporal, las expresiones faciales, las posturas, el tono de voz, y por
supuesto, las emociones y los pensamientos, son parte esencial de la interacción
humana y describen a las personas. Estar
presente y conectado con las emociones propias ayuda a interpretar las señales
que otras personas envían. En consecuencia, las emociones representan ese sexto
sentido que permite navegar las diferentes situaciones sociales de manera exitosa
y con gracia.
La habilidad para manejar las
relaciones interpersonales está fundamentada en la conciencia individual, la
capacidad para manejarse a uno mismo y la conciencia social. La conciencia
individual sirve para identificar los sentimientos propios y determinar si las
necesidades personales están siendo satisfechas. La capacidad de manejarse a
uno mismo permite expresar sentimientos y actuar coherentemente en beneficio de
la interacción. Por su parte, la conciencia social es la responsable de entender
las necesidades y sentimientos de la otra persona. Esto asegura una
comunicación clara y efectiva en el manejo de conflictos. Las personas que no
son capaces de iniciar diálogos directos y constructivos, generalmente,
intentan descargar su frustración y su ira en los demás en circunstancias
retadoras y conflictivas como en el ambiente laboral o en sus hogares. Por otro
lado, las personas que manejan sus relaciones adecuadamente entienden los
beneficios de estar conectadas con personas diferentes y formar relaciones
sólidas. Estas relaciones solo se dan en la medida que un individuo es capaz de
entender a los demás y el trato que mantiene hacia ellos. En el fondo, la
habilidad para manejar las relaciones interpersonales es la capacidad de sacar
el máximo partido de las interacciones que se tienen con los demás. La verdad
es que las relaciones interpersonales requieren trabajo, tiempo, y son
fundamentales para una vida plena.
En resumen, la mayoría pasan sus
días controlados por sus emociones y no han desarrollado la habilidad de
identificarlas mientras las experimentan, por lo tanto no las usan para su
beneficio. Asimismo, muy pocos logran manejar sus emociones en medio de
conflictos y problemas cotidianos. En consecuencia, sus relaciones se ven
perjudicadas y los resultados que obtienen de decisiones no son los óptimos. ¿Cuántas
veces las personas actúan sin razonar y cuántas veces se arrepienten de sus
comportamientos? Generalmente, mientras más intensas son las emociones, mayor
es la probabilidad de que estas dicten las acciones de una persona. Considerando
la configuración del cerebro humano, es inevitable que la primera reacción a un
evento sea emocional; no obstante, es posible controlar los pensamientos que
siguen a las emociones y más importante aún, es factible decidir cómo reaccionar
ante estas (siempre que exista consciencia de lo que se está experimentando). La
inteligencia emocional es la habilidad de reconocer y entender las emociones en
uno mismo y en los demás, y usar este conocimiento para manejar de una manera
productiva el comportamiento propio y las relaciones interpersonales.
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